Acaba de cumplirse un año del día en el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el brote de COVID-19 constituía una emergencia de salud pública. Y, en breve, el 11 de marzo, hará un año desde que la OMS declaró oficialmente la pandemia mundial. Desde ese momento, nuestras vidas cambiaron por completo y aprendimos a vivir de forma diferente.
Actualmente seguimos en un escenario de incertidumbre y esta situación puede hacer que nos sintamos agotados/as, desmotivados/as y con pocas fuerzas.
Por ello, la crisis sanitaria a causa del COVID-19 que estamos atravesando tiene también un fuerte impacto psicológico a nivel global.
A raíz de esta desmotivación, cada vez más tangible, la OMS acuñó el término fatiga pandémica para referirse al cuadro psicológico producido como consecuencia de convivir un año con la pandemia de coronavirus.
¿QUÉ ES LA FATIGA PANDÉMICA?
La fatiga pandémica se define como la desmotivación que sufre gran parte de la sociedad a la hora de seguir manteniendo las conductas de seguridad y protección recomendadas, como consecuencia de un gran desgaste emocional causado por la crisis sanitaria.
Dicho desgaste emocional se deriva de ese estado continuo de hipervigilancia e incertidumbre en el que nos encontramos, así como la falta de control que sentimos sobre la pandemia y nuestra propia vida.
La constante preocupación por el presente y el futuro incierto, sumado al miedo al contagio o a perder a un ser querido, son algunos de los aspectos que acrecientan esta fatiga pandémica.
La OMS ha declarado que, aproximadamente, el 60% de la población europea padece síntomas compatibles con esta fatiga pandémica.
¿CÓMO NOS AFECTA LA FATIGA PANDÉMICA?
El confinamiento, el distanciamiento social, el uso de las mascarillas, las medidas restrictivas y no poder realizar muchas de las cosas a las que estábamos acostumbrados/as han supuesto un cambio en nuestro día a día.
Los síntomas más frecuentes están relacionados con la ansiedad, apatía, bajo estado de ánimo, frustración e irritabilidad. Además, junto a ellos, suele ser común observar sensaciones físicas relacionadas con las emociones mencionadas como, por ejemplo: alteraciones en el sueño, dolores de cabeza tensionales, taquicardias, problemas gastrointestinales o dificultad para respirar.
El estado de hipervigilancia mencionado fuerza nuestro sistema endocrino, encargado de regular nuestras hormonas. Por ello, este estado nos hace más vulnerables a ciertas patologías como la ansiedad o la depresión.
Todo esto sumado a la situación económica, la privación de libertad, las quejas y el aburrimiento van creando un desgaste acumulativo.
Debido a todo lo mencionado anteriormente, una de las consecuencias más importantes y, a la vez, más peligrosa de la fatiga pandémica es el creciente desinterés por cumplir las medidas de seguridad, que nos ayudan a prevenir y protegernos del COVID-19.
Sin embargo, podemos hacer frente a esta fatiga pandémica con ciertas pautas que nos ayudarán a conseguirlo.
PAUTAS PARA FRENAR LA FATIGA PANDÉMICA
A continuación, te propongo algunas pautas relacionadas con el bienestar y el cuidado personal, que te pueden ayudar a frenar la fatiga pandémica.
1. Reconoce y normaliza tus emociones.
Estamos atravesando una situación complicada, diferente y a la que nadie nos ha enseñado a enfrentarnos. ¡Es normal que te sientas desganado/a, triste, enfadado/a y que tengas miedo ante un contexto como éste! El primer paso es reconocer nuestras emociones para, después, poder gestionarlas. ¡No te culpes por sentirte así!
2. Cuida tus pensamientos.
Es común que aparezcan pensamientos catastrofistas, comparativos con la vida anterior y relacionados con la predicción del futuro (actualmente cargado de incertidumbre).
Es importante que intentemos pensar a corto plazo: centrarnos en el aquí y ahora. Se trata de valorar el presente y las pequeñas ilusiones diarias.
3. Reduce tu nivel de exigencia personal y social.
Nuestro contexto ha cambiado por completo, pero nuestras exigencias se han mantenido: trabajo, estudios, labores domésticas, etc.
Del mismo modo que aceptamos nuestras emociones, sería recomendable ser más permisivos con nosotros/as mismos/as: habrá días menos productivos donde la concentración brillará por su ausencia.
Asimismo, también ocurre a nivel social: no exigir que las personas que nos rodean o las relaciones personales estén en el mismo punto que antes de la pandemia. En el caso de personas convivientes, es recomendable que cada individuo mantenga su propio espacio personal para trabajar y para el ocio.
¡No podemos exigirnos lo mismo ante un contexto tan diferente!
4. Fomenta tu autocuidado.
Ahora más importante que nunca: nuestro autocuidado.
Es fundamental que cuidemos nuestra alimentación y nuestro descanso: comer de forma saludable y tener un sueño de calidad son dos pilares clave para nuestro bienestar.
Además, el autocuidado también tiene que ver con la imagen personal, por lo que es importante no caer en el abandono, sobre todo aquellas personas que teletrabajan. Es importante que cada día nos cuidemos y al mirarnos al espejo nos sintamos cómodos/as.
Es imprescindible que invirtamos tiempo y dejemos un gran espacio a nuestras actividades gratificantes. Planifica tiempo para tu ocio o aquello que te haga sentir bien: deporte, videojuegos, series, etc.
¡Tú eres lo más importante!
5. Sigue conectado/a a los/as demás.
Las personas somos seres sociales por naturaleza. Es cierto que las restricciones dificultan el contacto social como lo hemos entendido siempre. Sin embargo, podemos seguir conectados/as a nuestra red de apoyo de una forma diferente: paseos al aire libre con mascarilla con tus contactos más íntimos, llamadas telefónicas o videollamadas.
Cuidar o atender a tu familia y amigos/as va más allá de los planes permitidos. ¡No te aísles; podéis sentiros cerca!
6. Gestiona el consumo de información.
El COVID-19 acapara los telediarios, la prensa, las redes sociales…¡Y hasta las conversaciones cotidianas!
La saturación informativa es un factor importante en la fatiga pandémica.
Estar bien informados/as es muy importante, pero recuerda que podemos elegir de forma consciente qué información recibir. Por ello, intenta dosificar la información relacionada con el Coronavirus y desconectar del flujo de noticias COVID de vez en cuando.
Como conclusión, para frenar la fatiga pandémica, es de vital importancia poner el foco en cuidarnos: nuestras rutinas, el ejercicio y el tiempo de ocio nos ayudarán a lidiar con la sensación de cansancio. ¡Los reforzadores positivos son muy potentes!
Es importante que nos centremos en aquello que sí depende de nosotros/as y vivamos día a día.
Si realizando estas seis pautas sigues sin sentirte mejor, no tengas miedo a pedir ayuda a un/a profesional de la salud mental.
En PsicoLaume, a través de nuestra terapia online, podemos ayudarte a gestionar tus emociones y aportarte herramientas o estrategias de afrontamiento que te ayudarán a encontrar el equilibrio que buscas. Puedes solicitar un primer contacto gratuito para conocernos mejor y comenzar tu proceso terapéutico.