¿Alguna vez has vivido alguna situación similar a las siguientes?
- Estás esperando tu turno para pagar en el supermercado y una persona se cuela. Te enfadas mucho, le llamas la atención gritándole e, incluso, llegas a insultarle.
- Un amigo/a te pregunta si puedes ir a recogerle al aeropuerto. A pesar de que no te viene bien pues tienes mucho trabajo pendiente, le dices que sí. No quieres que se enfade contigo.
- Has ido a cenar a un restaurante y has pedido la carne poco hecha. Cuando el camarero te sirve el plato la carne está prácticamente quemada. En ese momento, provocas un gran revuelo y afirmas que no pagarás la cuenta ni volverás a ese restaurante.
- No te gusta que tu hermano/a se ponga tu ropa sin permiso. Un día lo hace y te estropea una prenda. Te molesta mucho, pero no te atreves a decirle nada.
Es posible que te hayas sentido identificado/a con alguna de ellas. El comportamiento que adoptamos en situaciones como las mencionadas aporta información sobre el estilo comunicativo que usamos frecuentemente para relacionarnos con los/as demás en el día a día.
¿QUÉ ESTILOS DE COMUNICACIÓN SE MUESTRAN EN LOS EJEMPLOS ANTERIORES?
Estilo agresivo:
Se caracteriza por una situación de poder en la que uno/a mismo/a domina y la otra persona queda relegada a un segundo plano. Se intenta que las propias opiniones y deseos prevalezcan sobre los demás a cualquier coste.
Aparecen gritos o tono de voz elevado, amenazas, imposiciones, descalificativos, etc.
Estilo pasivo o inhibido:
Se caracteriza por no comunicar ni expresar los sentimientos, opiniones o pensamientos que podrían ser expuestos. ⠀
Este estilo suele relacionarse con miedos ante el juicio de los/as demás y preocupación por no agradar o generar un conflicto.
Sin embargo, existe una tercera forma de comunicación que supone un término medio entre los dos estilos expuestos: la asertividad.
¿QUÉ ES LA ASERTIVIDAD?
La asertividad consiste en defender tus propios derechos, saber decir «no», expresar tus opiniones, deseos y sentimientos, respetando en todo momento los de la otra persona. El mensaje ha de comunicarse de forma honesta y transparente, sin dominar ni ofender a los/as demás.
Este estilo de comunicación supone un equilibrio, pues se tienen en cuenta tanto los propios intereses como los ajenos. Por ello, la asertividad permite mejorar nuestras habilidades sociales y, en consecuencia, la relación con los/as demás.
Además, comunicarnos de forma asertiva contribuye en nuestra salud emocional, nos ayuda a construir una autoestima sana y potenciar la confianza en nuestras capacidades.
Teóricamente parece un concepto sencillo, pero en la práctica a veces se encuentran ciertas dificultades.
SÍ, PUEDES APRENDER A SER MÁS ASERTIVO/A
La asertividad es un conjunto de comportamientos, por lo que se puede aprender y mejorar al igual que el resto de nuestras conductas.
Se trata de comunicar cómo te sientes o lo que piensas, sin dejarte llevar por las emociones que esto te produce, para poder transmitir el mensaje de una forma eficaz. Expresar tus emociones, defender tus derechos y decir lo que quieres, independientemente de si lo consigues o no, te permitirá experimentar una sensación de tranquilidad y, sobre todo, libertad.
CINCO PAUTAS QUE TE AYUDARÁN A SER MÁS ASERTIVO/A
1. Sencillez y claridad.
Envía mensajes claros, sin necesidad de dar explicaciones demasiado elaboradas. Un mensaje sencillo, directo, claro y conciso se comprende mucho mejor y da lugar a menos malentendidos.
2. Utiliza el “yo”.
Al expresar desacuerdo o hacer una petición utiliza la primera persona como “yo pienso” o “yo siento”. De esta forma, evitarás que la otra persona se sienta atacada y se ponga a la defensiva. Por ejemplo, en lugar de decir: “¡Siempre estás igual, no me estás haciendo caso y no te has enterado de nada!, podríamos decir: “No me estoy sintiendo escuchada/o mientras te estoy contando mi día”.
3. Muestra comprensión.
Saber escuchar y comprender cómo se siente la otra persona es fundamental para comunicar de forma asertiva. Además, entender sus puntos de vista te permitirá elaborar lo que tú quieres decir y saber en qué estás o no de acuerdo.
4. Modula el tono de voz y utiliza el lenguaje corporal.
El contenido es importante, pero la forma de expresarlo también. Intenta hablar con claridad y mantener un tono de voz medio. Es beneficioso también mirar a los ojos, tener una expresión facial afable e inclinarse hacia la otra persona para mostrar interés. ¡Nuestro cuerpo también habla!
5. Reconoce tus errores.
Ante una crítica, puedes explicar tu punto de vista y, además, reconocer tu parte de responsabilidad. Recuerda que la asertividad también supone admitir nuestros propios fallos.
Por último, es importante señalar que todas las personas pueden recurrir a todos los estilos de comunicación en diferentes situaciones. Aunque la asertividad es el estilo de comunicación más adaptativo, en ocasiones puede no lograrse; ¡somos humanos/as! Aprovecha esas situaciones para reflexionar qué te ha impedido ser asertivo/a e intenta poner en práctica lo aprendido en este post.