La depresión es uno de los problemas de salud más frecuente e incapacitante. Actualmente, se encuentra entre los trastornos psicológicos con más crecimiento en la sociedad, al igual que los trastornos de ansiedad.
A menudo, los conceptos psicológicos se confunden, sobre todo cuando comienzan a usarse en el ámbito social.
Por ello, dos de los conceptos más confundidos popularmente son la depresión y la tristeza.
DEPRESIÓN Y TRISTEZA: UNA CONFUSIÓN RECURRENTE
En ciertas ocasiones, los síntomas y signos de la tristeza y de la depresión pueden ser complicados de diferenciar. Sin embargo, existe una línea clara que las separa y delimita.
La tristeza es una emoción natural y fundamental en nuestro organismo que todos/as sentimos.
Al igual que la felicidad o el miedo, forma parte de las emociones básicas de los seres humanos. Como toda emoción, cumple una función adaptativa y nos permite adaptarnos a ciertas situaciones difíciles. Concretamente, la tristeza permite un estado de reflexión que favorece la capacidad de análisis; por ello, por ejemplo, cuando estamos tristes pensamos más sobre los detalles de algunos problemas.
Por otro lado, la depresión es un trastorno del estado de ánimo caracterizado por un conjunto de síntomas. Es cierto que uno de los síntomas fundamentales de la depresión es la tristeza recurrente, pero no es el único, sino que la depresión va mucho más allá.
¿CÓMO PODEMOS DIFERENCIAR LA TRISTEZA DE LA DEPRESIÓN?
Aquí podrás encontrar cinco diferencias que te permitirán establecer una diferencia entre la tristeza (emoción) y la depresión (trastorno).
1. Trastorno psicológico.
Como ya hemos comentado, la primera diferencia es que la depresión es un trastorno del estado de ánimo y, sin embargo, la tristeza es una emoción básica del ser humano, es decir, un estado de ánimo.
2. La duración.
La tristeza es un estado psicológico pasajero y relativamente habitual, es decir, no es en sí mismo un indicador de un trastorno psicológico. Al ser una emoción humana más, no debe preocuparnos que una persona se sienta triste ante circunstancias difíciles o durante unos días.
Por lo tanto, la tristeza, al ser una emoción, tiene una duración breve y variable. Mientras que la depresión es permanente (los síntomas deben mantenerse al menos durante dos semanas) y el malestar se mantiene en el tiempo.
3. La abulia.
La abulia es la ausencia de energía o falta de iniciativa para llevar a cabo las actividades cotidianas. Esto se relaciona con la disminución de la motivación que aparece con la tristeza.
En el caso de la tristeza, la abulia aparece pero no es tan marcada ni impide continuar con el día a día.
En el caso de la depresión, la abulia produce una apatía generalizada que interrumpe las actividades cotidianas. Por tanto, suele reducirse la vida social, el ocio y la productividad laboral. Además, la persona suele encontrarse fatigada o cansada, por lo que le parece costoso realizar hasta la actividad más cotidiana como, por ejemplo, hacer la compra.
4. Ritmo de vida afectado.
La mente no se ve notablemente afectada por la tristeza. Eso significa que cuando estamos tristes, nuestras capacidades cognitivas se mantienen. Es decir, no afecta a nuestro ritmo de vida y es posible seguir trabajando sin alteraciones fundamentales.
Por el contrario, la depresión sí afecta a nuestras capacidades cognitivas. Por ello, no puede compatibilizarse con algunos trabajos que requieren una máxima concentración y la persona no se ve capacitada para llevar el ritmo habitual.
5. Necesidad de terapia.
Cuando una persona pasa por emociones de tristeza de forma puntual o mantenidas durante un corto período de tiempo, no es necesario que acuda a terapia. Recuerda que todas las emociones son adaptativas y saber gestionarlas también es clave para nuestra salud mental.
Sin embargo, la depresión es un trastorno del estado de ánimo que, como hemos visto, genera un malestar constante y, además, interfiere en la vida de las personas. Por ello, la terapia sí sería necesaria cuando el conjunto de síntomas indica la presencia de depresión. Para el tratamiento de la depresión, se puede utilizar tanto la terapia cognitivo-conductual como la terapia EMDR, en función de las características de cada caso.
Por consiguiente, ir a terapia es aconsejable y te ayudará a recuperar el bienestar psicológico y mantenerlo en el tiempo, evitando recaídas.